El 23 de enero de 1958, un movimiento cívico-militar
derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez, quien abandonaría el país con rumbo a República
Dominicana a bordo del avión presidencial la «Vaca Sagrada». El antecedente más
cercano de dicho acontecimiento se produjo el primero de enero del mismo año,
cuando aviones de guerra surcaron los cielos despertando a toda Caracas. El
asombro fue mayúsculo, incluso para los propios partidarios del gobierno, ya
que hacía exactamente un mes, se había efectuado un plebiscito para prolongar
el mandato de Pérez Jiménez, darle cierta solidez a su régimen y legitimidad
ante las Fuerzas Armadas. Sin embargo, a pesar de que el alzamiento fue
develado, a medida que se fueron revelando los nombres de los implicados se
pudo apreciar cuán extendido y profundo era el malestar entre los oficiales de
las tres fuerzas. Por tal motivo, aunque el golpe fracasó no fortaleció al
gobierno, sino que aceleró el proceso de deterioro que terminaría 23 días más
tarde con su caída. Esto último fue producto de una acumulación de oposiciones
que, al final convirtieron el derrocamiento de la dictadura en una causa
nacional.
Profundizando un poco en las causas que derivaron en
la caída de Pérez Jiménez, hay que señalar fundamentalmente 2 aspectos. En
primer lugar, la crisis militar, originada a partir de los mencionados sucesos
del 1 de enero de 1958, los cuales trastocaron el poder absoluto que hasta
entonces tenía el primer mandatario en el seno de las Fuerzas Armadas. En tal
sentido, el alzamiento de los oficiales de la Fuerza Aérea en la Base de Boca
de Río, cercana a la ciudad de Maracay y del cuerpo de blindados del cuartel
Urdaneta de Caracas al mando del teniente coronel Hugo Trejo, produjo o
evidenció una crisis de liderazgo en la institución castrense. En segundo
lugar, la crisis política en el propio seno del gobierno producto de la
descomposición y fraccionamiento del mismo a raíz del plebiscito de diciembre
de 1957 y que originó 2 cambios de gabinete sucesivos, los días 10 y 13 de
enero de 1958 respectivamente y la salida hacia el exterior de los personeros
más cercanos a Pérez Jiménez vetados por las Fuerzas Armadas, Laureano
Vallenilla Lanz, ministro hasta entonces del Interior, y Pedro Estrada, jefe de
la policía política del régimen, la Seguridad Nacional.
A partir de los sucesos del 1 de enero y ante la
manifiesta crisis política y militar del régimen perejimenista, comenzaron a
publicarse diversos manifiestos en contra del gobierno tambaleante, firmados
por hombres y mujeres representativos de diferentes campos de la actividad
económica, profesional y cultural, así como pronunciamientos públicos de
instituciones nacionales como el Colegio de Ingenieros, la Asociación
Venezolana de Periodistas, federaciones obreras y sectores empresariales que
hasta ese momento no habían manifestado abiertamente su repudio a la dictadura.
Todas las acciones de calle en contra del régimen, tendrán su momento cumbre en
la huelga general del 21 de enero, movilizada por la Junta Patriótica (unión de
los diversos partidos políticos), junto a los estudiantes, empresarios y las
masas populares, la cual tomó un carácter unitario que prestó el apoyo
necesario a los oficiales alzados.
En la madrugada del 23 de enero, pese a contar con
el apoyo de un importante sector de las Fuerzas Armadas, Pérez Jiménez decide
abandonar el Palacio de Miraflores y trasladarse al aeropuerto de La Carlota
(situado en plena ciudad de Caracas), para tomar el avión que lo conduciría a
la República Dominicana. Al conocerse la noticia del derrocamiento, el pueblo
se lanzó a la calle, saqueando las casas de los adeptos al régimen; atacando la
sede de la Seguridad Nacional y linchando a algunos funcionarios.
Asimismo, destruyeron la sede y los equipos del
periódico oficialista El Heraldo. Por otra parte, en pocas horas el Palacio de
Miraflores se convirtió en el sitio de reunión de los sublevados y de
innumerables dirigentes políticos y personalidades, quienes procedieron a
nombrar una Junta de Gobierno Provisional que reemplazara al régimen derrocado.
La Junta la constituyeron el contralmirante Wolfang Larrazabal como presidente
y los coroneles Carlos Luis Araque, Pedro José Quevedo, Roberto Casanova y Abel
Romero Villate. Al amanecer del día 23, los venezolanos celebran la caída de
Pérez Jiménez, a la vez que protestan por la presencia en la Junta de Gobierno
de Casanova y Romero Villate, reconocidos miembros del perejimenismo; los cuales
finalmente fueron obligados a renunciar y reemplazados el día 24 de enero por
los empresarios Eugenio Mendoza y Blas Lamberti.
Con el objeto de facilitar el trabajo de la Junta de
Gobierno y restablecer la democracia en Venezuela, se designó también un gabinete
provisional compuesto por juristas, empresarios y ejecutivos, reservándose a un
militar, el coronel Jesús María Castro León, el ministerio de la Defensa.
Posteriormente, la Junta de Gobierno convoca a elecciones para diciembre de ese
mismo año; se liberan a los presos políticos en todo el país, se amplía la
Junta Patriótica con representantes de sectores independientes, ratificándose
en la presidencia de la misma al periodista Fabricio Ojeda; se abre el proceso
de castigo a los personeros del gobierno perejimenista y regresan los
exiliados. En esos días se iniciaba de manera definitiva, una nueva etapa en la
historia de la Venezuela contemporánea.
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